Cada vez que celebramos una de nuestras reuniones nos preguntamos qué pasará hoy, qué cosas nuevas viviremos por boca de nuestr@s asistentes y sobre todo, en qué podremos ayudar a aquellas familias que nos necesiten. Siempre hay algo sorprendente que nunca antes ha sucedido y que ayuda a seguir enriqueciendo este gran grupo humano en el que nos hemos convertido. Pero hubo una de estas reuniones en la que escuchamos a una madre contarnos una experiencia que aún no hemos digerido.
Ella acudió, por motivos que no vienen al caso, a un determinado profesional sanitario. Su ánimo era de plena confianza en que esta persona le ayudara a resolver su problema. Se trataba de una consulta privada con un profesional de prestigio y que varias personas le habían recomendado. Todo iba aparentemente bien hasta que mencionó algo que para ella era importante que se tuviera en cuenta: "tengo un bebé de 6 meses al que amamanto". Este comentario que ella trasladó a título informativo hizo que la consulta tomara un rumbo sorprendente, desconocido e inesperado. Tuvo que escuchar comentarios difíciles de catalogar (tampoco es ése nuestro cometido) del tipo "Ah, noooo... Si estás dando el pecho yo no te voy a tratar..." "¿Y hasta cuándo piensas seguir?" "Ese vínculo con tu bebé no es sano, debes dejar ya la lactancia para romperlo cuanto antes".
Como hemos dicho antes, no nos corresponde a nosotros catalogar los comentarios y la "profesionalidad" de esta persona. Pero lo que si podemos certificar, porque lo vivimos en primera persona, es la angustia, desasosiego y preocupación con las que esta madre acudió a nuestro encuentro. ELLA NO QUERÍA DESTETAR A SU BEBÉ y quería saber si era normal que para solucionar su problema tuviera que pagar ese precio tan alto.
No, amiga, no es normal y, en este caso concreto además, tampoco era recomendable. Pero, por favor, no permitamos que NADIE, ni con bata blanca, ni peluquer@, ni fruter@, ni familiar, ni mecani@, ni con acento extranjero, ni rubi@s, ni moren@s... NADIE, menosprecie nuestra VOLUNTAD y por supuesto la de nuestros hijos, de amamantar y ser amamantados, respectivamente. Ese vínculo se crea bajo el amparo de la madre naturaleza y es nuestro deber cuidarlo, mimarlo y fortalecerlo con todo nuestro amor, ese amor que sale de nuestras entrañas de manera tan instintiva que a veces hasta duele. Dulce dolor.
Desde Mamás que Miman os mandamos un abrazo fortalecedor a todas las madres y padres que en algún momento os habéis encontrado u os encontraréis en una situación similar.
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